LA PARÁBOLA DEL ESPLENDOR Y EL OCASO DE LA
INDUSTRIA ARGENTINA
A los 18 años, Torcuato Di Tella, preguntó a su amigo mecánico, Guido
Allegrucci: “¿Puede usted fabricar una máquina amasadora de pan superior a las
importadas?” La formulación no era inocente. Corría 1910 y la idea del joven
era aprovechar las perspectivas abiertas por una ordenanza municipal que
prohibía el amasado a mano. El cumplimiento de la misma significaba que las
panaderías de Buenos Aires necesitarían 700 máquinas.
La respuesta de su compañero fue afirmativa y juntos formaron una
sociedad que, en 1910 y en plena etapa del modelo agroexportador argentino,
patentó la primera máquina de amasar pan bautizada SIAM (Sección Industrial
Amasadoras Mecánicas). El producto fue un éxito.
La empresa se dedicó inmediatamente a fabricar una máquina de amasar, y expandió
su línea de producción a otras máquinas para la industria panadera y bombas de
nafta.
En 1926, Torcuato Di Tella pasó a ser propietario único de la compañía,
que se convirtió en Sociedad de Responsabilidad Limitada en 1928, cambiando su
nombre a Sociedad Industrial Americana Maquinarias Di Tella Limitada o, como
abreviatura, SIAM Di Tella
El éxito de la empresa alentó a sus dueños a expandir la actividad hacia
otras áreas productivas. De esta manera fabrican más tarde las exitosas
heladeras eléctricas Siam. En los años cincuenta mediante un acuerdo con la
firma italiana “Lambretta” comienza la fabricación en Argentina de sus
motonetas, conocidas aquí como “Siambretta”.
SIAM Di Tella fue la primera en producir ciertos artículos para la
industria y el comercio, tales como diversos tipos de bombas (inclusive bombas
para la extracción de petróleo), motores y artefactos domésticos como heladeras
y ventiladores.
Su logro más impresionante fue la producción del automóvil modelo Di
Tella 150014.
La empresa Di Tella se estableció luego de la masiva ola de inmigración
a la Argentina que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX y hasta la
Primera Guerra Mundial.
La mayoría de los inmigrantes provenían de la Europa meridional, y el
grupo predominante lo constituían los italianos.
Aunque la política inmigratoria argentina favorecía la colonización
agrícola, parte de los inmigrantes se establecieron en la capital y ciudades
vecinas, y contribuyeron al desarrollo de la industria en el país.
No es ninguna casualidad, por lo tanto, que el período de inmigración
coincida con los comienzos del desarrollo industrial de la Argentina15.
Durante la Primera Guerra Mundial, Argentina cesó de importar productos
metalúrgicos, desarrollándose gradualmente una industria local.
Una vez concluida la guerra, dicha industria se vio en la necesidad de
competir tanto con la renovación de la importación como con empresas
establecidas en el país bajo los auspicios de firmas internacionales como John
Paton, Good Year, Ford, General Motors, etc.
De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial, el gobierno argentino brindó
su apoyo exclusivamente a empresas basadas en la producción agrícola
tradicional.
Recién durante y después del conflicto, se comenzó a fomentar la industria
local, como parte del proceso de creciente urbanización de la economía, sobre
todo en torno a la capital, Buenos Aires.
Este proceso recibió particular estímulo con el ascenso al poder de Juan
Domingo Perón, en 1946.
En 1959, su integración al Régimen de Promoción Automotriz, le permite
producir bajo licencia modelos de la British Motors Corporation. Se crea
entonces Siam Di Tella Automotores S.A.El auto elegido para iniciar la
producción local fue el Austin A-60, denominado en Argentina Di Tella 1500.
En el año 1948, a los 56 años, Di Tella fallece repentinamente, y deja
un emporio industrial de grandes dimensiones para la Argentina. También deja un
hueco de conducción. Él había insistido a sus dos hijos, Guido y Torcuato, para
que fueran ingenieros y se hicieran cargo de la fábrica. Los dos se recibieron
de ingenieros, pero ninguno de los dos quiso dedicarse a la empresa. Desde ese
momento ésta comienza a tener problemas de gestión. A esto se agregó que la
demanda del Estado se volvió errática. Un plan de desarrollo eléctrico de
Frondizi motiva la decisión de montar una fábrica de grandes transformadores y
equipos eléctricos. Pero el plan no se realizó y la planta quedó
sobredimensionada. En ese momento comienzan a aparecer problemas de
sobreinversión. Luego comienzan a fabricar autos con tecnología inglesa, lo
cual era muy arriesgado porque debían competir con gigantes como General Motors
o Ford. Los autos son muy bien recibidos por el mercado. Pero cuando llegó el
momento de afrontar el cambio de modelo, para lo cual se necesitaba capital,
Siam tuvo dificultades porque ya tenía algunas fábricas trabajando a bajo
ritmo. Decidió endeudarse con el Estado en dos formas, por créditos pedidos al
Banco Nacional de Desarrollo y dejando de pagar impuestos. Como no recuperó
capacidad de pago, en los años 70, los dueños de la empresa comienzan a darle
al Banco Nacional de Desarrollo acciones de la empresa a cambio del pago de los
créditos. Y en un par de años, el Estado se convierte en el dueño de Siam Di
Tella. Pasa toda la crisis del 81-82 y llega el gobierno democrático de Raúl
Alfonsín, que decide venderla. La va vendiendo por partes a distintos grupos
empresarios a partir de 1986. Esta opción no da resultado porque la crisis
económica se acentúa y porque se potenció con el régimen de convertibilidad de
los 90, que afecta a toda la industria nacional. En esas condiciones, una
empresa tan golpeada no podía competir, por lo cual se van cerrando
prácticamente todas las plantas de Siam. La gran planta de maquinaria pesada
para equipo eléctrico cerró; otras plantas también fueron cerradas y loteadas.
En la década de los 60 llegó a ser la industria metalmecánica más grande
de América Latina con casi 15 mil empleados. La historia de SIAM y su fundador,
Torcuato Di Tella es una parábola del esplendor y el ocaso de la industria
argentina
ALGUNOS DE LOS PRODUCTOS FABRICADOS POR SIAM
ANTES Y DESPUÉS DE LA FÁBRICA SIAM EN
VILLA DIAMANTE - AVELLANEDA